sábado, 7 de agosto de 2010

Un verdadero galán para un buen sexo

Son las 9 de la noche y Gimena se pide un martini, yo no suelo beber, pero en esa ocasión preferí tomarme u martini doble y mirar fijo la copa, recordando mi encuentro mental con Gustavo, aún sentía sus manos en mi cintura desnuda y su legua entre mis piernas. En eso Gimena me despertó con un codazo diciendo: " Denisse, el es Paul y este su amigo Roberto", me puse en pie de prisa, algo avergonzada por mi falta de lucidez y mi distracción, sonreí y salude amablemente a ambos sujetos. Paul era bastante guapo, de cabellos negros, ligeramente ondulados, cuerpo musculoso y un rostro bastante angelical. Desee en silencio que fuera él la pareja de Gimena, pues era muy simpático como para querer no volverle a ver. Pero para mí desventura, Roberto un tipo bastante galante, pero no tan bien parecido para mi gusto era la pareja de Gime. Así que no quedo otro camino que resistirme a tremendo encanto.

Esperaba que no sea tan galán y educado y así seria mas fácil apartar la vista de sus enormes ojos color caramelo pero, otro fracaso más. Paul me resulto tierno, divertido, educado y todo un galán. SI tendría que colocarle puntos tendría fácil un nueve. La velada resulto bastante buena y quien no con tremenda compañía. Pero algo malo debía de tener aquel hombre aparentemente tan perfecto, algo mal debía de haber en él. Busque de prisa un anillo en su dedo y no encontré alguno, no creo que tal divinidad este solo en este mundo, me repetía una y otra vez. Tal fue el atractivo de Paul, que me olvide hasta de conversar, nunca me paso algo similar, me sentía cohibida y hasta asustada por mi reacción. No era justo, estaba a punto de retirarme de la mesa inventando una escusa de un dolor de cabeza o mareos, cuando una mano cálida me toco la espalda y me susurro al oído "Te encuentras bien?" estas algo pálida, te traigo algo de beber", me dijo acariciando mi hombro con fina delicadeza, "No, le dije, estoy bien", solo quiero irme a casa le respondí. Cuando termine de pronunciar la última palabra caí en la cuenta que era lo peor que había dicho, ya que él se apresuro a querer llevarme.

La verdad que no veía las cosas tan mal estando fuera de ese bar, ya en la fría noche y a solas con él me sentí más segura y reconfortada, pensé que no sería nada malo cambiar mis puntos o reglas por esta noche, dejar que me lleve a casa, ser su anfitriona y porque no ser su guía en la cama si lo desea. En eso, me distrajo diciendo "Sube Denisse, te llevo", su voz melodiosa y gruesa me despertó una vez mas y le obedecí. La conversación no duro mucho en el auto, pues el bar elegido por Gime era lo bastante cercano a mi departamento, sin embargo pudo contarme que había llegado del extranjero hacia unos días y que no conocía muy bien la ciudad, ya había notado su acento y sus rasgos no me eran familiares, muy raro pues siempre preferí la piel morena ante la tez clara y los rasgos latinos. En fin su aroma era atrayente y sus labios una invitación a morder. Llegamos al departamento y para mi sorpresa solo abrió la puerta del auto, no me dijo te acompaño, su falta de insinuación me excitaba cada vez mas. Sin controlarme le dije "No pasaras?", "No me has invitado a entrar ", respondiendo sonriendo. Cuando subimos las escaleras, sus manos rodearon mi cintura, cuando mi taco se atoró en un escalón, sentí esas manos fuertes y gruesas en mi piel, mi corazón no dejaba de latir y en lo más íntimo me humedecía cada vez más.

Ya en el departamento, apenas cerré la puerta, el me acorraló, al parecer se había reprimido en deseos tanto como yo, me sujeto del brazo y me acerco a él muy suavemente, ardía en deseos de sentir sus labios en mi piel, en mi boca en mis senos. Su aliento me sedujo y su mirada me atrapaba cada vez más. Sentí sus labios en los míos y como su lengua acariciaba la mía, sentí como sus manos me despojaban de mi blusa y como entraba su mano por debajo de mi falda. Empecé a hacer lo mismo, con su camisa y dejo ver sus pectorales perfectos frente a mí. Mis deseos aumentaron y cedí a sus caprichos. Ya desnuda ante él, su lengua no dejaba de tocar cada parte de mí y sus manos me acariciaban con suavidad, no pude dejar de sentirme bien, excitada, cada vez más ardiente y sofocada en deseos de sentirlo dentro de mí. Cabalgue por horas sobre él y disfruto golpeando suavemente mi vagina, mientras me hacía el amor. Tan intenso y tan profundo lo sentí que no paraba de tener orgasmos, una y otra vez, mientras su boca tocaba mis pezones... Cansados ambos de tanto placer nos dormimos. A la mañana siguiente, parecia todo un sueño, yo estaba sola sobre mi cama húmeda y con su aroma aún.....

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