jueves, 21 de octubre de 2010

A mi modo

Era ya muy tarde, desperté algo cansada, al principio pensé que se trataba de un sueño, lo bastante bueno, pero cuando vi. A mí alrededor me di con la sorpresa de que estaba en la habitación de Paúl, oh no me dije a mi misma, una de mis reglas había sido violada y por mi, nunca amanecía con alguien, ni así el sexo hubiera estado muy bueno. Entre en razón y rápidamente salte de la cama. Paúl aun dormía, su rostro era bello, al igual que su cuerpo desnudo, allí en esa cama se veía tan inocente que era difícil de pensar en aquella bestia seductora que me había atacado hacia solo unas horas.

Me dirigí al baño para darme una ducha y lavarme el rostro, debía de estar poco presentable con tremenda noche, pero no lucia tan mal, me acerque a la ducha y pude ver mi figura en el espejo que estaba frente a la bañera, pensé que a mi galante acompañante tendría gustos excéntricos o algo egocéntricos, pero pude divisar pequeñas marcas, surcos de color oscuro en mi cuerpo, al parecer la noche salvaje había dejado huellas. Abrí la ducha con la intención de meterme debajo del agua, pero alguien sujeto mi muñeca. “Que haces”, me dijo Paúl acercándose y retirándome del agua, su cuerpo desnudo junto al mió me hicieron arder nuevamente en deseos, tan solo el rose de sus manos con mi piel me hacían desvariar.
“Me quiero duchar”, le dije en forma tímida, “no he terminado contigo” me dijo sujetándome de la cintura, sentí como se erguía ante mi su pene, buscando penetrarme nuevamente, yo estaba exhausta, pero ardía en deseos de el. Me miro a los ojos y sin esperar una aprobación empezó a besarme, su lengua recorrió mis labios y sus dientes empezaron a morderlos, su lengua empezó a saborear cada parte de mi, sentí como se deslizaba por mi cuello y lo mordisqueaba, hasta llegar a mis pezones que ya estaban erguidos esperando por su boca. “Como te gusta que te los chupe” me decía mientras los subsionaba sin parar. Esta vez solo su boca recorrió mi cuerpo, sus manos casi no me tocaban, le pedía que me tocara y se negó, me dijo que esta vez seria a su modo.

A pocos segundos de haber empezado yo ya ardía en deseos de ser penetrada y sacudida con fuerza por su pene, ese gran pene que ardía en deseos de entrar en mi una y otra vez, lo sabia, lo sentía y sentía también que el se resistía a hacérmelo ya, esta vez quería disfrutarlo al máximo, sin importar lo que yo deseara. Allí de pie junto a la bañera, Paúl me cargo y empezó a deleitarse con mi cintura, mi frágil cuerpo permitió que me elevara hasta que su lengua pudo tocar mi vagina, sentí como su lengua rozaba los labios de mi pagina y mi cuerpo se estremeció, no podía soportarlo mas, lo deseaba, empecé a pedírselo, “Métemelo ya”, le decía jadeando, “házmelo de nuevo, necesito que me penetres de una vez”, en eso me coloco suavemente en el suelo helado del baño y empezó a deleitarse mas con su lengua dentro de mi, luego sentí su dedo que entraba y salía. “Veo que me deseas mucho, perrita” me dijo sonriendo. Yo estaba tan excitada que mis fluidos bañaban su dedo, cuando pude darme cuenta ya eran tres dedos los que entraban y salían una y otra vez, mientras sus dientes mordisqueaba mis pezones y mis deseos eran insoportables.

Su mirada me fulminaba, su sonrisa me dominaba y sus dedos hacían un maravilloso trabajo, pero no se comparaban con su miembro, ardía en deseos de tenerlo golpeando mi clítoris, el percibió mi deseo y mis jadeos se incrementaron…. “ponte de pie” me dijo en un tono autoritario, “quiero hacértelo en la ducha”. Me dio un ligero empujón y ya estaba debajo del agua tibia, Paúl se acerco a mí y empezó a juguetear con mi cabello, con mi rostro, me empezó a hacer bromas con el agua y creí, por un momento, que solo había querido jugar y que su intención no era hacerme el amor. Pero me equivoque, su táctica había resultado, mi excitación había bajado, así como mi dilatación, aun sentía los deseos de el, pero con el agua y los juegos se habían disipado. En eso me apoyo a la loza y me ordeno levantar una pierna. “Ahora si me vas a sentir, no lo olvides, se hace como yo quiero ahora” y empezó a penetrarme, el agua hacia que la penetración fuera mas dolorosa, pero igual de excitante, lo disfrute, sus manos sujetaban las mías contra la loza el agua nos bañaba a ambos y su pene entraba y salía de mi vagina que ardía de dolor y de deseo. Sentía como mis paredes se dilataban ya de tanto entrar y salir. Sus labios me besaban, su lengua jugueteaba con la mía y su pene no dejaba de penetrarme una y otra vez. Luego de un buen tiempo golpeando mi clítoris, sentí como un liquido caliente recorría mi vientre. Me beso en los labios y sin decirme nada se empezó a duchar, yo a un costado de el, bañada por el, lo empecé a observar y los deseos en mi surgieron nuevamente. Pero no podía permitirme violar una, ya ilusa regla mas, “Nunca hagas el amor mas de una vez, un mismo día y con el mismo tipo”.

Paúl, se termino de duchar, me miro y me dijo, “te espero en la cama, aun faltan unas horas para que amanezca”….

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